Cuando hablamos de la comunicación como disciplina, pocas veces mencionamos los números que la acompañan, pero cuando de ser efectivos se trata, estas cifras, son parte vital.
El 80% de la comunicación no es lo que dices, sino cómo lo dices, lo que nos permite dimensionar la responsabilidad que tenemos al emitir un mensaje, así como los elementos a cuidar para que éste, llegue correctamente y se pueda considerar así efectiva.
La comunicación efectiva la entendemos como aquella que tiene la capacidad de transmitir información de manera clara, precisa y comprensible, para que quien la reciba la entienda y procese de forma correcta.
Pero para llegar a ello, requerimos de varios pasos:
Conocer a la audiencia
Comprender la forma en la que quien recibe tus mensajes se comunica, permite entender sus necesidades, el tono que utilizan y lo que precisan para conectar. La conexión viene de empatizar, y este paso, es el que marcará el resto.
Define qué buscas generar
Si a través de tu mensaje buscas conmover, motivar, llevar a la acción, inspirar o enojar, la forma en la que lo desarrolles será muy diferente, por eso es clave que proyectes qué emoción quieres generar en quienes te escuchan al término de tu conversación.
Un mensaje universal
Cuando conocemos de un tema, es muy fácil que utilicemos demasiados tecnicismos, pero aquí, como en muchas otras disciplinas, podemos utilizar el minimalismo donde sí, menos es más, pero sobre todo, mientras más sencillo sea el mensaje, será más fácil de comprender, y por lo tanto, eliminaremos muchas de las barreras de comunicación que impiden que nuestro contenido conecte con la audiencia.
Congruencia y coherencia
Si nuestro mensaje busca cautivar, y lo decimos mientras gritamos, no “empata” y al final la audiencia no sabrá exactamente el sentido de tu mensaje. Por ello, que la esencia esté presente de principio a fin sin importar el canal de comunicación que utilices, será clave para la credibilidad.
Orden
Aunque parezca un punto lógico, es importante cuidar la forma enla que transmitimos un mensaje, desde que lo escribimos hasta que llega a nuestro receptor. Cuidar la estructura narrativa, nos ayuda a captar la atención y además, demuestra nuestro conocimiento sobre el tema.
Convicción
Esta, es la “cereza del pastel”, un mensaje sin emocionalidad, pocas veces logra conectar con quienes queremos que nos lean o escuchen. La convicción, creer en lo que decimos y estar convencidos de que esto debe ser atendido, nos permite darle un valor único a lo que hacemos. Todo empieza en nosotros y en saber que lo que vamos a compartir, vale la pena.
Teniendo en cuenta estos elementos podremos construir mensajes integrales que se diferencíen por su consistencia y sobre todo, que lleguen como lo esperamos a nuestros receptores, causando así, el impacto que buscamos. El mundo está listo para escucharte, alza tu voz.
En conclusión…
Definir mensajes de comunicación efectivos y coherentes no es tarea fácil, pero siguiendo estas claves puedes mejorar significativamente tus posibilidades de éxito. Recuerda que la comunicación no se trata solo de transmitir información, sino de conectar y resonar con tu audiencia de manera significativa. Adopta un enfoque estratégico, mantén la coherencia y escucha a tu audiencia para construir una comunicación sólida y efectiva.